Se acerca el 23 de junio, noche de
San Juan, de fiesta de alegría y, sobretodo, noche de PETARDOS.
El ruido excesivo es una importante
agresión para el perro, cuya sensibilidad de oído es superior a la nuestra.
Cada año la Verbena de San Juan
provoca en miles de perros crisis de pánico, les desorienta, les ocasiona dolor
y miedo… lo que llamaríamos FOBIA AL
RUIDO.
El perro con fobias siente un miedo
irracional y desproporcionado respecto a un objeto o situación real que se lo
provoca, él lo vive como una auténtica amenaza, de ahí la angustia y el pánico
que le suscita.
Como resultado de ello trata de
evitar esa situación, pudiendo presentar como respuesta a ello distintos
comportamientos: temblores, jadeos, salivación excesiva, conductas compulsivas
( como dar vueltas, correr de un lado a otro,...), esconderse durante horas o
incluso huir ( pudiéndose dar el caso que nuestra mascota escape , si estamos
dando un paseo, o bien intentar saltar por el balcón , si estamos en casa y dispone de acceso libre a ventanas y/o
puertas).
La noche de noche de San Juan es
conveniente tomar ciertas precauciones: mantén al perro dentro de casa, en una
habitación dónde el ruido externo sea más atenuado, cierra ventanas y baja las
persianas.
Si el animal tiene una edad inferior
a 3 meses, estará en plena etapa de socialización, así que, aprovecha el
momento para darle un paseo (en brazos
si no tiene aun todas las vacunas), para que se socialice correctamente
con el sonido de los petardos, IGNORANDO cualquier respuesta de miedo que
nuestra mascota nos pueda ofrecer, con tal que, más adelante, el ruido
provocado por los petardos, no suponga un problema para él.
QUÉ NO SE DEBE HACER
1.- NO castigar el miedo o sus “resultados” ( ej.
destrozos).
2.- NO intentar calmar al animal
cuando está intranquilo o busca la protección del dueño.
3.- NO forzar al animal al contacto
con el estímulo y no obligarle por la fuerza a salir de un escondite.
QUÉ
FUNCIONA
1.- IGNORAR las señales de miedo del
animal.
2.- Crear una zona segura en la casa
para evitar lesiones o intentos de huida.
3.- Permitir la retirada y dejar que
el perro tome la iniciativa de “salir” del escondite.
4.- Realizar el tratamiento adecuado
para el animal: ES CUESTIÓN DE BIENESTAR!
5.- Consultar a vuestro veterinario
y a profesionales del comportamiento animal (etólogos).