domingo, 15 de enero de 2012

EL PATITO


Mama, mama, quiero un patito, quiero un patitoooooo!

¿Cuantas veces habremos escuchado esa frase en boca de un niño? Y lo malo no es que el niño o niña la diga, lo malo es que los padres cedan a ese chantaje emocional y conviertan a un pobre animal en un regalo y después en un juguete.

Hoy no entraremos a criticar, que ya lo haremos en otra ocasión, la pasividad de nuestro ayuntamiento ante la aparición misteriosa los martes de mercado de paradas pseudolegales donde se ofrecen pollitos y patitos a los niños como reclamo comercial. Pero tampoco hay que olvidar las cosas que se hacen mal en nuestro municipio.

Volviendo al momento de la compra compulsiva de un patito por la presión de nuestro hijo nos encontramos con una preciosa bolita de plumas amarillas en las manos y la cara de nuestro hijo mirandonos y preguntando ¿y ahora qué?, y eso es lo bueno ¿ahora qué?.

Ya tenemos el patito y nos vamos a casa buscando por las esquinas una caja de cartón bien grande donde ubicar al nuevo inquilino. ¿Y esto qué comerá? es la siguiente pregunta, ¿croquetas de la abuela? no creo que le gusten, ¿arroz? mira eso va a ser que si porque lo comen hasta los chinos. El milagroso recurso del arroz hervido para alimentar a todo bicho viviente, cuando no se nos ocurre nada más le metemos arroz hervido a cualquier cosa que se mueva. Mal no le va a hacer, no?

Una vez en casa el patito empieza a moverse, a comer, a jugar con el agua (la caja de cartón se va a tomar viento), y...... oh! Dios mio! empieza a cagar!!!! ¿Cómo es posible? Pero esto es como una pequeña fuente!!! Y encima la pisa y se mancha las patas!!!!

La crisis llega a la casa. Pasan los dias y el patito va creciendo. El niño ya no le hace ni puto caso, dónde se va a poner un patito cagón a competir con el FIFA 2012 de la Xbox, por favor!

Esa bolita amarilla pasa a ser un pato adolescente todo desgarbado que solo le gusta chapotear con el agua (otra caja de cartón a tomar viento), comer, comer y ...... si señores, seguir cagando como un gran pato.

Y aparece la solución en la mente de la familía. ¿Y si devolvemos al pato a la naturaleza? Claro ejemplo del mal que hace ver los documentales de La 2 al mediodia cuando hacemos la siesta.

Y el padre de la familia, allí que se va con el pato, para reintroducirlo en la naturaleza salvaje del Vallès Oriental. El adulto responsable piensa.... piensa.....vuelve a pensar..... y por fin piensa algo: reintroducire el pato en el parque de Can Mulà, esa zona verde enooooooorme del centro de Mollet.

Sí, Can Mulà, ¿no lo conoces? Si, hombre, el parque donde nuestro alcalde nos metio el menhir por el...., exacto! ese parque.

Pues ya en el lugar, el adulto "responsable" procede a la suelta. El pato que cae de la caja de cartón, mojada por cierto, y se aleja con su cuac, cuac habitual. El ser humano "responsable" se siente aliviado, orgulloso, lleno de satisfacción, se siente el Felix Rodríguez de la Fuente de Mollet. ¡Que gran paso para la humanidad y para el mundo de los patos! piensa para si mismo nuestro heroe.

Y justo en ese momento un voluntario de Vallès Natura se encuentra un joven pato caminado alegremente por Can Mulà buscando desesperadamente un estanque donde poder nadar un poco.

Ahora nuestro protagonista se encuentra en uno de nuestros veterinarios, recibiendo cuidados dignos de un principe pato, a la espera de ser trasladado a un estanque de Blanes donde convivirá con otros ejemplares de su especie sin temor a acabar siendo plato del dia de una familia.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado. Por cierto, si escuchas: "Mama, mama, quiero un patitoooooo?" ya sabes lo que tienes que hacer, no?.